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Ansiedad

Es una respuesta automática que se produce en nuestro cerebro más primitivo, el sistema límbico, cuando interpreta un peligro para nuestra vida. Todos los animales huyen del peligro o lo evitan. Esa es la característica principal de la ansiedad, evitamos situaciones o huimos de ellas.

Cuando existe un motivo real, la ansiedad nos moviliza, nos obliga a buscar una solución. Sin embargo, cuando es nuestro cerebro quien interpreta que existe un peligro, lo que ocurre es que nos quedamos bloqueados, indefensos, y es cuando la ansiedad se convierte en un problema.

Existen muchos síntomas de ansiedad: palpitaciones, tensión muscular, temblores, sensación de ahogo, presión  en el pecho, náuseas, sudoración, inestabilidad, sensación de atragantarse, sensación de irrealidad o de estar separado de ti mismo, falta de concentración, aturdimiento, irritabilidad, insomnio, hormigueo, escalofrío……

Otros síntomas hacen referencia a la sensación de perdida de control (miedo a dañar a los demás o a sí mismo, a volverse loco….).

Según la sintomatología y el cómo afecta a la vida cotidiana de la persona que lo sufre, encontraremos distintos tipos de trastornos de ansiedad.

Ansiedad generalizada

En el caso del trastorno de ansiedad generalizada,  la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo, y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento. Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diverso tipo a los que se enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de la forma en que interioriza y piensa acerca de sus problemas.

Se caracteriza por un patrón de preocupación y ansiedad frecuente y persistente. La persona puede preocuparse excesivamente por el dinero, el trabajo, la escuela o la familia.

Es característico en este trastorno la  preocupación recurrente, dolores de cabeza, sensación de inquietud, irritabilidad, temblores, problemas para dormir, tensión muscular, problemas de concentración.
Es probable que estos síntomas empeoren cuando se encuentran en situaciones de estrés.

El tratamiento combinará la administración de ansiolíticos y antidepresivos para la reducción de la ansiedad incapacitante, y la terapia psicológica, entrenando al paciente en relajación, así como en el cambio del estilo de pensamiento ansiógeno, superando la tendencia a ponerse siempre en lo peor.

Trastorno de pánico

Consiste en una sensación de miedo y pavor intenso que aparece de manera súbita, sin ninguna causa conocida. Se caracteriza  por la aparición de episodios de elevado nivel de ansiedad,  acompañado de fuertes reacciones corporales como sudoración, palpitaciones, temblor muscular, mareos, náuseas, sensación de ahogo, sensación de volverse loco, etc., con la pérdida temporal de la habilidad de planificar, pensar o razonar, y un deseo intenso de evitar o escapar de la situación donde aparece dicha sintomatología.

Los síntomas más fuertes por lo general alcanzan su intensidad máxima durante aproximadamente 10 minutos, pero algunos episodios pueden durar mucho más.

El tratamiento consiste en reducir el nivel de ansiedad mediante el entrenamiento en relajación, control y eliminación  de los pensamientos catastrofistas de aprehensión generadores de ansiedad,  así como normalizar la vida del paciente al nivel de actividad  anterior  a sufrir el trastorno.

Fobia Social

Se caracteriza por un miedo y ansiedad, marcados y persistentes, a enfrentar determinadas situaciones sociales, a la interacción con los demás, o  simplemente a ser observados en cualquier situación,  esto interfiere de forma muy importante en la vida diaria de quien la padece.

En las situaciones sociales temidas, la persona con fobia social experimenta una preocupación constante a que los demás les juzguen, y piensen que son personas ansiosas, débiles, tontas o raras.

Las situaciones temidas y evitadas son muy numerosas, desde tener una cita, hablar en público, estar con desconocidos o con personas del sexo opuesto, estar en grupos aunque sean reducidos, iniciar conversaciones…acompañadas de una gran tensión, rubor facial, palpitaciones, sudor, temblor, etc. 

El tratamiento consiste  principalmente en un entrenamiento en las habilidades sociales básicas que la persona que lo sufre carece, así como exposición de las situaciones sociales temidas, para conseguir la normalización de la vida social del individuo. En gran parte de los casos está indicado también el tratamiento psicofarmacológico, así como entrenamiento en relajación para control de la ansiedad.

Fobias

Miedo intenso y persistente hacia un objeto, situación o actividad específica, caracterizado  por una ansiedad que suele ser desproporcionada, como: taquicardia, molestias gástricas, tensión muscular,  náuseas, diarreas, micción muy frecuente, sensación de ahogo, sudoración, temblores y mareo.

La persona es consciente de que su miedo es irracional pero no lo puede controlar.

El tratamiento consiste en ir enfrentando gradualmente al paciente a los objetos y situaciones temidos, dotándole de los recursos suficientes como para estar en presencia de la situación u objeto temido sin quedarse paralizados o aterrorizados por el miedo.

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La Timidez, ¿se puede tratar?

No nacemos tímidos, sino que las habilidades sociales se van adquiriendo a lo largo de las distintas etapas de nuestra vida. Padres muy protectores, o ambientes poco favorecedores en la infancia, con escasa estimulación social, lo favorecen. Pero las habilidades sociales se pueden entrenar y mejorar, permitiéndonos relacionarnos con los demás de una manera más adecuada, y eliminando la ansiedad que dichas relaciones nos provocan.

¿Tengo angustia o depresión?

Aunque son sentimientos muy distintos, es muy común que la una conduzca a la otra. Cuando nos sentimos deprimidos, el hecho de sentirnos inferiores a los demás, completamente desmotivados y sin ninguna expectativa de que las cosas cambien en un futuro, genera una gran desesperanza y angustia. En cambio cuando la ansiedad, las preocupaciones, llenan nuestra vida, el estado de ánimo cae de manera estrepitosa debido a lo desmoralizador y deprimente que resulta la imposibilidad de tener control sobre uno mismo. Por lo que es fundamental realizar un buen diagnóstico para poder discernir qué es el problema fundamental y qué es consecuencia.

¿Estoy triste o deprimido?

La tristeza es un estado pasajero. Está asociado a una determinada situación que es la que lo provoca, pero a medida que pasa el tiempo mejora. Sin emabargo, cuando se mantiene, perdemos el interés en la vida y en los demás, no hay ninguna actividad que nos motive, solamente queremos estar solos, no hay nada que nos ilusione, porque no hay nada por lo que luchar y nos sentimos abrumados y angustiados, porque no podemos dejar de sentir así, entonces posiblemente estamos ante una depresión.
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