En una relación sexual no siempre es lo más importante alcanzar el orgasmo. Para conseguirlo, hace falta primero aprender y luego practicar mucho. Siempre hay una primera vez para todo, y un periodo de aprendizaje y rodaje, donde será casi tan importante la información teórica como la práctica.

Si hablamos de esta información teórica es porque sabemos que a lo largo de la historia nos han “malinformado” a hombres y mujeres sobre lo que es un orgasmo y las formas de conseguirlo. Y, aún hoy, se siguen dando informaciones contradictorias.

Una mujer llega a alcanzar un orgasmo si se la acaricia o estimula adecuadamente el clítoris. El clítoris es el único órgano responsable del orgasmo, y de echo es su única función: dar placer.
Se trata de un pequeño órgano, del tamaño de un garbanzo, que se sitúa en el vértice superior de los labios mayores de la vagina, de los labios que están más hacia el exterior, justo debajo de donde termina el vello púbico. Hay veces que resulta difícil localizarlo porque muchas mujeres lo tienen muy pequeño y sólo se hace visible si es estimulado, pero para eso hay que saber donde está.

Si nunca se ha conseguido un orgasmo a través de la estimulación externa resulta bastante frustrante empezar a intentarlo durante la penetración, porque es claramente difícil su estimulación de esa forma, e incluso suele crear dudas de si se ha conseguido o no.
Antes de intentarlo en pareja es más fácil si la propia mujer empieza a investigar su cuerpo, tranquilamente, hasta que note que algo está ahí, que ha crecido a medida que ella se excita, y que cuando lo toca nota sensaciones distintas. No siempre son sensaciones placenteras, hay veces que produce risa, cosquillas, repelús, grima...

En consulta se trabajará primero con la mujer sola, enseñándola a conocer su cuerpo, y ayudándonos de distintas técnicas, que poco a poco vaya consiguiendo la obtención del orgasmo.
Cuando ha aprendido sola, y si tiene pareja, será el momento de practicar en pareja. De enseñar al otro/a qué tiene que hacer, y como hacerlo, primero aprendiendo a acariciar a la mujer y más adelante adecuando estas caricias a las relaciones coitales.