La imposibilidad de conseguir la penetración, técnicamente llamada Vaginismo, consiste en una contracción involuntaria de los músculos que rodean el tercio externo de la vagina, músculos pubococigeos, de forma que impide que entre en la vagina un dedo, un tampón, el pene, o cualquier otro elemento.

En la  mayoría de las mujeres es un problema psicológico, asociado a un miedo a la penetración, cuyo origen puede ser causado por un miedo al dolor, a un embarazo no deseado, experiencias traumáticas, etc. Esto provoca un aumento de la ansiedad, una tensión en todo el cuerpo, y más concretamente de los músculos vaginales.

Son muchos los casos de Vaginismo  que aparecen en mujeres que nunca han tenido una experiencia coital, pero no siempre es así, pudiendo darse después de experiencias sexuales dolorosas, después de un parto, tras una enfermedad genital, etc.

En muy raras ocasiones el origen de este problema es orgánico, físico, como puede ser un himen muy rígido, endometriosis, o daño en los músculos pélvicos. No obstante es importante descartarlo con un examen previo en el ginecólogo, o , como ocurre con la mayoría de pacientes, una vez avanzado el tratamiento, cuando la mujer se siente preparada para afrontar un examen médico.

Para solucionar este problema se deben tratar esos miedos que provocan la ansiedad, aprender técnicas de relajación y, sobre todo, aprender cómo relajar, de forma voluntaria, los músculos vaginales.


Los músculos pubococigeos aprendemos a contraerlos en la primera infancia de una forma involuntaria, lo que nos permite el control de esfínteres. Sin embargo existen una serie de técnicas y ejercicios para aprender primero a identificarlos, y posteriormente a contraerlos y relajarlos voluntariamente. Este control sobre los músculos nos permitirá saber relajarlos en el momento en el que se produzca el espasmo, facilitando de esa manera la penetración.