No nacemos tímidos, sino  que las habilidades sociales se van adquiriendo a lo largo de las distintas etapas de nuestra vida. Padres muy protectores, o ambientes poco favorecedores en la infancia, con escasa estimulación social, lo favorecen. Pero las habilidades sociales se pueden entrenar  y mejorar, permitiéndonos relacionarnos con los demás de una manera más adecuada, y eliminando la ansiedad que dichas relaciones nos provocan.